Te contaré un poco mi experiencia en esta disciplina, empecé a practicar yoga cuando estaba en el mi primer año de universidad y me encantó encontrarme con esta hermosa práctica. Decidí hacer yoga porque me encontraba en un momento de duelo, cansada y fastidiada de ciertas cosas en mi vida, necesitaba algo diferente, recuerdo que uno de los beneficios que empecé a notar al practicar yoga fue que durante mi periodo ciertas posturas ayudaban muchísimos con los cólicos y otros malestares. Comencé a sentirme tranquila y en paz.

Las asanas (posturas en yoga) no son fáciles, pero con constancia puedes hacer cosas que pensabas imposibles, otra cosa que se me hizo superinteresante es lo que hay detrás de ellas.

Para mí, yoga es mucho más que una serie de ejercicios, es una filosofía. A lo largo de los años tuve diferentes instructores y cada uno practicaba en una manera diferente, unos enseñaban kundalini, otros hatha yoga, unos se enfocaban más en la meditación, mientras otros se concentraban en las posturas. Por eso, era muy interesante observar y aprender de ellos. Durante las clases explicaban el efecto de cada postura y como afectan a nuestro organismo, estado físico y mental. En la práctica de yoga se valora no solo las posturas, sino también la actitud con la que uno se desenvuelve.  

Recuerdo a mi primera instructora de yoga, una señora con mucha experiencia, sus clases siempre eran interesantes, llenas de secuencias de posturas constantes, que tenían un impacto en todo el cuerpo, ponía mucha atención en la respiración. Ella siempre nos decía que en yoga el único limitante era uno mismo, que no importaba si éramos jóvenes, viejos, altos, bajitos, uno es su propio obstáculo.

Lo que he aprendido hasta el día de hoy es que calma la mente, relaja el cuerpo, ayuda a encontrar paz y equilibrio en nuestro día a día.

Te invito a que te adentres a esta maravillosa práctica. 

Y me cuentas que tal te va.

Namasté.✨